El Rocío se salda con 23 caballos muertos por agotamiento, inanición o maltrato
A Dios rogando, y a los animales maltratando. La prensa, como de
costumbre, cita la cifra de pasada, pero no le interesa el titular. Por
supuesto, no es la primera vez. La muerte de estos animales por diversas
causas forma ya parte también de esta católica tradición...
El polvo del camino no es lo único molesto del Rocío. La verdadera
cara amarga de la fiesta la sufren unos cuantos caballos. Como todos los
años. La escasez de comida y agua, las jornadas agotadoras y la falta
de descanso y el maltrato, son algunas de las causas que llevan a la muerte de los
caballos durante la romería.
“Se mueren porque el que va arriba [el jinete] es más burro que el de abajo”. En la mayoría de los casos, los caballos que peregrinan a la aldea almonteña no están preparados. “Se pasan todo el año en una cuadra, sin entrenamiento, y ahí son sometidos a un ejercicio brutal durante una semana entera sin ningún cuidado, sin darles de comer, sin hidratarlos, sin bajarse de ellos durante horas y horas o atándolos al sol”.
Muchos, además, suelen ser alquilados: “ Y al dueño le sale más rentable que se les muera”. El seguro de retirada de cadáveres sólo cuesta tres euros.
Esos nobles animales, que soportan a sus dueños en su grupas para que luzcan su “palmito” y puedan seguir mostrando al populacho que todavía hay "clases y clases", reciben como recompensa que estos, enredados en su fiesta, su zarpa y su "fervor religioso", no les den de comer ni de beber, cayendo reventados por inanición o bien por agotamiento, sometidos a unas exigencias que no pueden soportar.
Un año más de romería, la vida sigue igual.
Y de regalo:
“Se mueren porque el que va arriba [el jinete] es más burro que el de abajo”. En la mayoría de los casos, los caballos que peregrinan a la aldea almonteña no están preparados. “Se pasan todo el año en una cuadra, sin entrenamiento, y ahí son sometidos a un ejercicio brutal durante una semana entera sin ningún cuidado, sin darles de comer, sin hidratarlos, sin bajarse de ellos durante horas y horas o atándolos al sol”.
Muchos, además, suelen ser alquilados: “ Y al dueño le sale más rentable que se les muera”. El seguro de retirada de cadáveres sólo cuesta tres euros.
Esos nobles animales, que soportan a sus dueños en su grupas para que luzcan su “palmito” y puedan seguir mostrando al populacho que todavía hay "clases y clases", reciben como recompensa que estos, enredados en su fiesta, su zarpa y su "fervor religioso", no les den de comer ni de beber, cayendo reventados por inanición o bien por agotamiento, sometidos a unas exigencias que no pueden soportar.
Un año más de romería, la vida sigue igual.
Y de regalo:
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