En Infiesto (Asturias) unos salvajes han dejado a las puertas de la oficina de la Consejería de Agroganadería el cadáver decapitado de un lobo ibérico. Se trata de un simbólico acto de protesta
de los ganaderos, descontentos con la gestión autonómica de la especie.
47 cánidos y dos camadas eliminadas al año de una población compuesta
por una treintena de manadas parece poco.
También en Asturias, un vídeo subido a la red donde se veía cómo funcionarios del Parque Nacional de Picos de Europa matan lobos
para controlar su población ha sido retirado, después de que cientos de
internautas protestaran por sus escabrosas escenas. Como hace un siglo,
el animal abatido era arrastrado de una cuerda por los caminos.
Y la última negra noticia de la semana. En Tábara (Zamora) unos desconocidos han liquidado de un disparo a otro lobo. Vivía en un recinto cercado de la Junta de Castilla y León y estaba a la espera de ser trasladado en unos meses al futuro Centro Temático del Lobo en la Sierra de la Culebra. Su madre, rescatada como él de un zoológico y que iba a llevarse al mismo lugar como atracción turística y educativa, murió hace dos años, también por disparos furtivos.
Fue Plauto primero, y 2.000 años después Hobbes, quienes afirmaron que “el hombre es un lobo para el hombre” (Homo homini lupus). Si los lobos estudiasen filosofía, seguramente tendrían una frase parecida: “El hombre es un lobo para los lobos”. O quizá no, pues como recuerda el refrán “lobo no muerde a lobo” y nosotros eliminamos a los nuestros y a todo aquello que nos molesta.