Mi suegra está enfurecida. El precio de los huevos se ha puesto por las nubes. Un 50% más caros que el año pasado, le confirmo. Y trato inútilmente de explicarle la razón. Desde enero la nueva normativa europea de bienestar animal ha obligado a reformar todos los gallineros, haciéndolos más confortables pero menos productivos.
Las actuales exigencias obligan a reducir el número de aves por jaula y
a que en ellas haya suelo donde poder escarbar, bandejas para baños de
arena e incluso espacios reservados para hacer la puesta en la
intimidad. ¿Pagar más para que vivan mejor unas gallinas?
Sin duda vale la pena. Quien haya visto alguna vez esas jaulas de
medio metro cuadrado donde se amontonaban 20 gallinas de picos cortados,
con patas encallecidas de vivir sobre un enrejado y chamuscadas de las
descargas de cables eléctricos instalados para evitar la rotura de los
huevos sentirá un gran alivio en su conciencia al conocer la
desaparición de estas instalaciones de injustificada tortura animal. Pero también hay mucha gente sensible que no necesita ver estas atrocidades para repudiarlas y exigir su final.
Es cierto. La normativa llega en el peor momento,
cuando más nos duele el bolsillo. Muchos pequeños avicultores han tenido
que cerrar pues el negocio ya no les da para amortizar tan detalladas
reformas, encareciendo aún más el producto al descender el número de
productores. Y para el español medio tocarle los huevos es algo sagrado. Base de nuestra tortilla de obrero, son junto con el pan alimento fundamental de la dieta de crisis.
Pero aunque pobres, todos tenemos nuestro corazón para demostrar que, como dijo Gandhi,
“un país se juzga por la forma en la que trata a sus animales”.
¿Nos duele pagar 15 céntimos por un huevo de gallina feliz y no nos
duele el euro y medio del café? Si fuera así hay algo que falla. Por eso
me gustaría conocer tu opinión a la pregunta del título de este post:
¿Estás de acuerdo en pagar huevos más caros para que las gallinas vivan felices?
—
P.D. Por si tienes alguna duda, este espectacular vídeo te ayudará a reflexionar. Muestra una máquina expendedora de huevos frescos instalada en una céntrica calle de Frankfurt (Alemania). En ella había 16 gallinas vivas, encerradas como si fueran latas de refresco, listas para ofrecer su fresco producto al viandante a cambio de una moneda. ¿Os parece mentira? Lo es.
Se trata de uno de esos tan de moda vídeos virales. Es en realidad una espectacular campaña de concienciación de NOAH, una organización alemana defensora de los derechos de los animales.
Su mensaje no puede ser más directo:
El 68% de las gallinas son tratadas como máquinas de poner huevos.
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