Para los hebreos, la peor de todas las muertes es, además de dejar de existir, la de caer en el olvido. Por eso los nazis adoquinaban los campos de exterminio con las lápidas saqueadas en los cementerios judíos, así, cuando las pisaban camino de las cámaras de gas, sabían que de verdad morirían para siempre.
España entera es un camposanto, allí donde caves sale siempre la calavera de un rojo, de un carlista, de un isabelino, de...Lo único que se nos ha dado bien en todo este tiempo es asesinarnos los unos a los otros y como los que ganan siempre son los buenos y los que escriben la historia, resulta que los que pierden son los malos y están insepultos por los caminos, encrucijadas, tapias de cementerio...
Ahora que ya todo acabó y que sabemos que no hubo ni buenos ni malos y sólo los que ganaron pudieron honrar a sus muertos (recuerdo en las fachadas de las iglesias bajo el título de «¡Presentes!» las listas de los caídos «por Dios y la Patria»), las calaveras de cuencas huecas y cráneos agujereados por balas nos están pidiendo que no les demos una segunda muerte haciéndolas perecer en el olvido.
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