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domingo, 17 de julio de 2011

La esperanza para el águila imperial se llama María


María extiende sus alas y revolotea apenas tres o cuatro metros. Para un profano puede parecer un intento torpe pero, en realidad, supone un enorme avance en la vida de este bello ejemplar de águila imperial, el primero que ha nacido en cautividad en todo el mundo.
Su nombre completo es María Airam, es una hembra y nació hace 70 días en el Centro de Recuperación de Rapaces Ibéricas(CERI) de Sevilleja de la Jara, Toledo, dependiente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
El centro está ubicado en una finca de 14 hectáreas, rodeado de un paisaje duro y agreste en la comarca de La Jara, en el límite entre Castilla-La Mancha y Extremadura.
Allí, un equipo de investigadores, liderado por el veterinario Juan Manuel Blanco, ve estos días con satisfacción cómo el polluelo, fruto de casi dos décadas de trabajo, corretea alegremente por las instalaciones del centro, sin absoluta conciencia de que su mera existencia supone un halo de esperanza para su especie, una de las más amenazadas entre las aves rapaces.
María Airam nació a las 8:48 horas del 7 de mayo pasado. Los técnicos del CERI vieron con inmensa alegría cómo del huevo fecundado por reproducción in vitro que habían mimado durante 42 días surgía un polluelo de 92,90 gramos de peso.
“María salió del huevo sola, no hubo que ayudarla, lo que indica que tiene muy buena salud”, asegura a RTVE.es Juan Manuel Blanco, veterinario del CERI.
A este centro de Sevilleja de la Jara, dedicado desde 1981 a la recuperación de rapaces, llegan cada año casi 700 animales con graves daños a causa de los tendidos eléctricos, los venenos y otras causas. El equipo del centro intenta curarlos y en torno a un 45% son devueltos a la naturaleza.
Pero aquellos que no tienen condiciones suficientes para sobrevivir en el medio se quedan en las instalaciones y muchos de ellos permiten llevar a cabo programas de reproducción de cría en cautividad. Es el caso de los padres biológicos de María, que llegaron al centro con graves heridas causadas por electrocución.
“El problema es que el semen de los machos de águila imperial tiene muy mala calidad por los niveles tan altos de estrés que sufren”, afirma Blanco. Por eso, buena parte del trabajo de estos años ha sido de ensayo/error, realizando pruebas que redujeran ese estrés que les provoca la cautividad.
Un ejemplo: esta especie no hace nidos más que en árboles vivos, algo que los técnicos tardaron en descubrir y que les ha permitido mejorar los resultados.

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