En 2007, una plaga de topillos campesinos arrasó los campos de cereal de la meseta castellana y provocó pérdidas cercanas a los 20 millones de euros. El uso de diferentes venenos (Castilla y León se gastó 24 millones de euros en estos productos químicos para frenar la plaga) sólo consiguió diezmar la fauna de la zona y provocar un desastre ambiental. Sin embargo, los topillos siguen ahí. La solución bien podría estar en la naturaleza y no en la química: usar a los que siempre fueron sus depredadores naturales.
El Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (GREFA ) quizá ha encontrado la manera de parar al topillo. Como ya se había ensayado antes en Israel o India, apostaron por usar a rapaces que tuvieran entre su dieta a los roedores.
El problema es que casi habían desaparecido de Castilla y León por el avance de la agricultura. Sin árboles, no tenían donde anidar. Por eso, plantaron 300 postes con cajas en una zona de 6.000 hectáreas con la ayuda de la Fundación Biodiversidad . Querían que las aves volvieran. "Elegimos a la lechuza común y al cernícalo vulgar porque son especialistas en el topillo campesino", explica el biólogo de GREFA Alfonso Paz.
El 90% de la dieta de la lechuza, por ejemplo, se compone de roedores. Además, mientras esta ave caza de noche, el cernícalo es un cazador diurno. La idoneidad de estas dos rapaces es completa porque su periodo de cría coincide con los meses de reproducción del topillo. Además, se ha comprobado que con la abundancia de comida estas aves crían más pollos.El primer objetivo de los biólogos de GREFA era incrementar la presencia de estos depredadores colocando los nidos artificiales y, a tenor de las cifras, lo han conseguido.
La primera fase del proyecto comenzó en 2009. Entonces apenas había lechuzas en los tres municipios de Zamora, Valladolid y Palencia donde están ensayando este control biológico. Ahora hay 20 parejas anidando. El crecimiento de la población de cernícalos es similar. Frente a 15 parejas detectadas hace dos años, ahora cuentan con unas cien y el año podría acabar con 400 ejemplares.
Ahora están estudiando el impacto del aumento de la población de depredadores en el número de topillos. Aunque la actual campaña no acaba hasta agosto, los resultados son prometedores. Los investigadores han comprobado que hay menos roedores en 500 metros a la redonda de cada poste. "Por lo que vemos en las tres zonas de control que tenemos a cinco kilómetros de las del proyecto, hay un número mucho menor de topillos", explica el biólogo de GREFA.
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