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domingo, 5 de agosto de 2012

ADIÓS AL 'BOSQUE ENCANTADO'








El 'Bosque de Olmos' diseñado por Agustín Ibarrola (Basauri, 18 de agosto de 1930) ya no existe en Salamanca.
Creado a partir de olmos secos debido a la enfermedad de la grafiosis, propia de estos árboles, el artista vasco junto con algunos alumnos de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca dirigidos por Aquilino González, crearon este espacio al aire libre en 1995 a sabiendas de que era "un proyecto efímero", como asegura González, "aunque podría haber perdurado cerca de 20 años y se ha quedado en la mitad". De hecho, las obras de acondicionamiento de la margen izquierda del río Tormes obligaron a retirar los olmos al Vivero Municipal, donde se mantuvieron hasta 2001. Desde entonces han mirado a la ciudad salmantina desde la orilla del Tormes, a los pies de la iglesias del Arrabal.
Aquilino González reconoce estar "casi resignado" al conocer la desaparición de la obra, ya que la ha "visto morir como a un familiar enfermo en el hospital. Casi te inmunizas contra ello", dice.
El artista asegura, además, que el coste de su mantenimiento no era grande: "Es igual que cuando se inaugura un parque y se rompe una papelera. Si la cambias en el momento no cuesta dinero, pero si lo dejas pasar y se rompe además un banco, un árbol y una fuente, el coste es mucho mayor".
Además, González asegura que en el último contrato se firmó que "cada año había que cambiar la pintura, dar un barniz protector... ya que es un espacio complejo por el frío y la humedad".

Para el artista ésta es una práctica común en muchos Ayuntamientos: "Por desgracia no estamos dejando ninguna obra de arte importante en el siglo XXI para que la disfruten más adelante", añade.
Para Aquilino González, además, el Ayuntamiento salmantino no tiene excusa ninguna para haber dejado 'morir' la obra de arte de Ibarrola: "Yo hice fotos de los árboles que se iban cayendo y se las envié. Lo sabían de primera mano. Además, les avisé porque por ahí pasea la gente y era un peligro. Incluso les propuse que recopilaran los árboles más interesantes para reubicarlas como piezas escultóricas en algún espacio interior. Sería una forma de mantenerlos", asegura el artista resignado.
El lugar en el que estaban colocados -junto a la iglesia del Arrabal- no ha sido el culpable de la dejadez con la que se han tratado los olmos según González: "El lugar me parecía interesante, están rodeados de un entorno agradable, de paseo, que te da la oportunidad de poder respirar al otro lado del río con una luz espectacular al atardecer", dice.

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