El proximo 13 de noviembre se cumplira el 10º aniversario de la catástrofe del Prestige. El Prestige era un buque monocasco que acabó hundido a 250 kilómetros de la costa gallega e iba cargado con unas 77.000 toneladas de fuelóleo (residuo pesado producto de la destilación del petróleo crudo de difícil eliminación) de las cuales se volcaron unas 63.000 toneladas.
La marea negra provocada por este accidente tuvo una especial incidencia en Galicia, pero afectó a una zona comprendida desde Portugal hasta las Landas en Francia y ha sido considerada como una de las más graves catástrofes ambientales acaecidas.
El Prestige procedía de Letonia, con bandera de Bahamas e iba rumbo a Gibraltar, donde esperaba nuevas órdenes. Operar bajo las banderas de este tipo de países, comunmente conocidas como banderas de conveniencia, permite eludir el cumplimiento de unos estándares mínimos de seguridad, así como los derechos laborales, sociales y sindicales de los trabajadores empleados en el buque, ya que en un barco impera la legislación de la bandera bajo la que navega.
La respuesta de la sociedad civil fue espectacular: pescadores, mariscadores y voluntarios se unieron en las tareas de limpieza. Se creó la plataforma NUNCA MAIS, que organizó numerosas movilizaciones, al igual que se organizaron manifestaciones multitudinarias para exigir responsabilidades de la catástrofe.
Seria bueno no olvidar lo que pasó, al igual que convendría presionar para evitar que estos desastres vuelvan a ocurrir, uniendo nuestros esfuerzos por ejemplo para pedir la abolición de las banderas de conveniencia, presionando a los políticos, para que legislen en favor del medio ambiente al margen de intereses económicos.
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