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viernes, 28 de diciembre de 2012

El 13% de los daños atribuidos al lobo son provocados por los ganaderos






El lobo es un depredador al que se imputan más víctimas de las que causa. La picaresca y la posibilidad de sacarle un dinero extra a la administración motivan «reclamaciones falsas, a veces desarrolladas con sorprendente inventiva». Así lo destapa una investigación que durante siete años ha analizado 473 casos en el Principado y Zamora. Su conclusión: el 13% de los partes de la zona central de Asturias eran falsos y en el noroeste el trampeo abarcó el 15%.
El estudio lo han desarrollado el ambientólogo de la Estación de Doñana Jorge Echegaray, el biólogo Javier Talegón y los guardas asturianos Ángel Nuño y Xurde Gayol. Cada vez que localizaban un caso, se desplazaban a la escenario de los hechos para revisar «minuciosamente el entorno del suceso y los animales por los que se solicitaba indemnización».
Los investigadores reconocen que «es muy complejo separar las reclamaciones falsas de las que no lo son». Sin embargo, observaron casos inapelables, como uno «en Asturias en el que se llegaron a reclamar como daño de lobo los restos de una matanza casera». «También ha habido animales muertos por rayo o aislados en la nieve, pero reclamados como daño del lobo».
El trabajo ha sido publicado recientemente por la revista Quercus, acompañándolo de una escalofriante foto tomada en Asturias que muestra un ternero seccionado por la mitad. Según los investigadores, el animal falleció por causas ajenas a la depredación, pero luego su propietario manipuló el cadáver provocándole diferentes cortes para asemejarlos al ataque de un cánido salvaje.
En total, detallan hasta doce modalidades distintas de fraude descubiertas en Asturias. «Uno de los casos más frecuentes -apuntan en su artículo- son los daños causados por perros que, incluso a pesar de tenerse constancia de ello, son reclamados como de lobo». De esta manera no sólo se pretende obtener una compensación que ronda los 270 euros por cadáver presentado; también «se eluden responsabilidades derivadas de ataques de perros domésticos, a veces excesivamente agresivos y en ocasiones pertenecientes a la misma explotación que realiza la reclamación».
La manipulación de cadáveres tiene dos vertientes: la de quienes ocasionan cortes secos, aspirando a que se vean como causados por el lobo; y la de aquellos de quienes «abren la res en canal con el propósito de que los propios perros o los lobos, atraídos por el olor del animal, devoren el cadáver y distorsionen los posibles indicios».
Más allá del abuso, los autores advierten de las consecuencias políticas de los fraudes. Así, recuerdan que los rebaños son asustadizos y que hasta el ruido de un avión puede alterarles de forma que «tras amontonarse, las reses se pueden aplastar o asfixiar entre ellas». De ello se derivan «pérdidas muy elevadas y crear gran alarma social si se atribuyen al lobo».
El Principado autoriza batidas en función de los daños que constata. Para evitar la picaresca, los autores aconsejan habilitar un sistema de verificación pericial «paralelo al de pagos». La revisión de cada caso debería recaer en un equipo reducido y especializado para así «alcanzar mayor experiencia y minimizar la dispersión de información».
Entretanto, advierten contra la costumbre de «redactar el informe sobre los daños en presencia del solicitante para evitar posibles presiones». Solicitan que su aportación no sea presa de juicios precipitados: las reclamaciones falsas «no pueden generalizarse y, en este sentido, queremos resaltar la necesaria compatibilidad entre la ganadería y la conservación de la biodiversidad».
Fuente: elcomercio.es

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