Estos días las osas salen del letargo invernal con sus crías recién nacidas. Es la hora de reponer fuerzas, de recuperar toda la grasa perdida durante los largos meses de un duro invierno. También de entregarse a las pasiones del celo reproductor. Y lo hacen con una alegría especial, pues cada vez son más.
La población de oso ibérico está cada vez menos amenazada. Sus algo más de 130 ejemplares distribuidos a lo largo de la Cordillera Cantábrica son todavía pocos, es verdad. Tampoco se ha logrado aún romper el aislamiento genético de sus dos poblaciones oriental y occidental. Pero el incremento ininterrumpido en el número de osas con crías registrado desde hace una década, junto con el buen trabajo de educación ambiental desarrollado por Administración y ONG, hace albergar muchas esperanzas.
El último gran dato es el censo más reciente. Según datos de la Fundación Oso Pardo, este año se han localizado 21 osas con oseznos en la Cordillera Cantábrica, 18 en la subpoblación occidental (Asturias, Alto Sil leonés y Ancares de León y Lugo) y 3 familias en la subpoblación oriental (Cantabria, Montaña palentina y Montaña oriental leonesa). Incluso puede haber dos familias más, lo que supondría el máximo poblacional logrado por los osos españoles en los últimos 50 años.
Juegos de invierno - Bear winter plays from Fundación Oso Pardo on Vimeo.
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