El naturalista David Gómez llamó al quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) “pájaro de barro” por la afición de este extraordinario buitre a maquillarse el cuerpo con finos limos de color naranja. En realidad es un gigante con los pies de barro, pues a pesar de los esfuerzos conservacionistas desarrollados en los últimos años para tratar de salvarlo de la extinción, su población sigue estando seriamente amenazada.
En Andalucía, donde llevan gastadas ingentes cantidades de dinero en tratar de recuperar unas poblaciones exterminadas por el veneno hace medio siglo, ese mismo veneno acaba de dar un duro golpe a su ambicioso proyecto de reintroducción. Pontones y Cata, dos de los 19 ejemplares liberados desde 2006, han aparecido envenenados. Lo mismo ocurrió con Cazorla en 2008. Ante tan oscuro panorama, el programa andaluz de sueltas ha quedado suspendido sine die, al igual que el programa de voluntariado. Dicen sus responsables que erradicar el problema del veneno es ahora la prioridad. ¿Y no lo era antes de invertir tantísimos recursos en liberar a unos pobres pájaros a los que se mandó a una muerte segura? Lo mismo pasa en Picos de Europa con un programa semejante. Primero pillamos el dinero público, hacemos muchos publirreportajes que rentabilicen políticamente la inversión y lo de menos son los resultados.
Las normas internacionales lo habían dejado muy claro. No se puede tratar de recuperar una especie extinguida si las razones que provocaron su desaparición no se han subsanado. Y en Andalucía, como en el resto de España, la colocación de cebos envenenados para matar supuestas alimañas sigue emponzoñando los campos y acabando todos los años con miles de animales protegidos. Mientras esta lacra no se erradique, el quebrantahuesos seguirá siendo un bello gigante con los pies de barro.
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