A pesar de la crisis, los estadios de fútbol de Primera División han ganado en España medio millón de espectadores
en los últimos tres años. Frente a ello, los toros, el antiguo
espectáculo rey de los españoles, están de capa caída. Según datos del Instituto IG Investiga, el 67% de los españoles es contrario a las corridas de toros. ¿La razón? Cada vez son menos los aficionados a la sangre y la tortura de animales.
En la capital del Pisuerga no se han enterado aún de este cambio y celebran el Pregón Taurino “Ciudad de Valladolid”.
El elegido para tan poco edificante loa ha sido el escritor y
periodista José Carlos Arévalo, director del semanario de información
taurina “6Toros6″. Un profesional que, de acuerdo con Agroinformación, ha lamentado la “delicada situación” de la ganadería de bravo como consecuencia de la crisis, y la “absoluta indiferencia” con que se asiste a la progresiva reducción de “todo un patrimonio zootécnico” [sic].
Dice Arévalo que se ha reducido de forma importante la cifra de festejos en plazas donde solían reclamar su presencia, generalmente sostenidas con dinero público de ayuntamientos y diputaciones que ahora, por razones presupuestarias, no pueden. No es suficiente, por lo tanto, la aportación que reciben del Estado de más de 600 millones de euros anuales en concepto de subvención, como ha criticado el partido animalista Pacma.
A pesar de ello, o precisamente por ello, mientras el Gobierno
recorta en partidas básicas como la educación y la sanidad, el ministro
de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, anuncia que aprobará
un plan para el fomento de la tauromaquia. Y no es por nada señor ministro, pero los toros ni son cultura ni son deporte, y hay que tener muy poca educación para hacer lo que le hacen a esos pobres animales.
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